No es un día cualquiera.
Es
un día para el recuerdo.
Quizás
recordemos poco.
Quizás
no queramos recordar.
Pero,
pienso y creo que es bueno recordar.
Extrañas
podrán parecer estas palabras mías, pero siempre me han atraído los cementerios
y su entorno, esa paz, ese silencio, ese colorido dentro de una película en
blanco y negro, por esa razón me gusta captar con mi cámara todos esos
momentos, sus lugares y entornos.
Hace
poco tiempo me traslade a un pueblecito, de una comarca cualquiera y con un
nombre que no viene al caso. A la entrada de dicho lugar, me tope con una
fuente cuyas aguas fluyen a un viejo pilón dándome este, su bienvenida al
lugar. Sentado a la sombra de un árbol junto al pilón, divisé a un hombre con
semblante pensativo, era alto, bien parecido, su abundante pelo plateado le
daba un carácter místico, los surcos de la cara le conferían un aura de espiritualidad
y tranquilidad. Considero que su mochila de la vida estará llena de historias,
anécdotas, vivencias y momentos para compartir.
Me acerqué a él pausadamente, mi saludo fue correspondido, sus ojos negros me escudriñaron interiormente, por fin me sonrió. Sin más me preguntó, si era fotógrafo, le sonreí pues era evidente, tenía en mis manos mi cámara de fotos. Al volver a mirarme a los ojos, le vi un brillo en su semblante, como recordando en unas milésimas de tiempo parte de su vida.
Al
final me confesó que en sus tiempos también fue aficionado a la fotografía,
incluso dedicándose al reportaje social, bodas, bautizos y otros eventos.
Yo no tenía prisa y pienso que él
tampoco, es más, al poco comenzó hablándome de sus historias y aventuras
vividas, se que a estas edades les apetece compartir sus vivencias, pues la
soledad hace mella y solo les quedan sus recuerdos aferrándose a ellos, al
igual que a la vida.
Pero una de ellas me llamó la atención
y más por el día en que se produjo. Intentaré reflejarla tal cual me la conto.
La
historia sucede en una ciudad pequeña dentro de una familia, sus dos hijos
varones tenían ocho años de diferencia, al igual que la edad del menor. Había
llegado el Domingo, día festivo y de alegría, el menor de ellos, como todos
esos días salía a tomar el vermut con su padre y sus tíos, bueno, él los
pinchos que le dejaban estos, para ello su madre le aseaba y arreglaba en la
cocina, a la vieja usanza, mientras que su hermano mayor se duchaba tras haber
venido de practicar su deporte favorito, el atletismo.
Estos días festivos se convertían en un ritual, levantarse, desayunar un chocolate con churros hecho con gran cariño por su madre, risas y juegos, que daban pasó al aseo en una vieja pila de fregar.
La madre tras lavarle, le dejó sentado encima de la mesa de la cocina
envuelto en una toalla, ella salió a por la muda y la ropa de los domingos, para
vestirle al calor de la cocina de leña.
Al
rato regresó la madre con la ropa en la mano, para proceder a vestirle, al
abrir la puerta, se encontró con un ambiente cálido pero al mismo tiempo
extraño que le azotó la cara a su entrada, sus ojos se toparon con el cuerpo de
su hijo desnudo, inerte en el frio suelo de la cocina, un charco de orín
acompañaba a la fría figura del niño a su alrededor.
De
su corazón salió un grito de socorro, Papa, Papa, enseguida se arrodilló en
auxilio de su niño, siguió un frio silencio.
El hombre hizo una pausa, sus labios
permanecieron en silencio, como si estuviera rememorando el momento. Yo ante su
silencio, me esperaba un desenlace dramático, por el silencio y su semblante. Tras
la pausa siguió.
La
madre, se encontraba arrodillada junto a su hijo inmóvil, en silencio, fue la
estampa que se encontró el padre a su entrada a la cocina, el corazón de este
se encogió al ver tanto a la madre como a su hijo uno junto al otro inmóviles,
se dio cuenta del fuerte olor a gas que desprendía la cocina, rápido les cogió
en volandas y les saco hacia una ventana de otra habitación.
Ese
domingo era de los que se prestan a pasear por las calles soleadas de la
ciudad, el aire que rozó sobre las mejillas de la madre hicieron que tosiera y
se pudiera recuperar, rápidamente la madre cogió una de las mantas de la cama
rodeando a su hijo que permanecía inmóvil en los brazos del padre, la incertidumbre
de estos ante el silencio de su hijo les hacía presagiar un final poco
halagüeño. Los gritos de la casa se transmitieron por los pisos de los vecinos,
alertando a estos, que pronto se prestaron al socorro de sus vecinos y amigos.
La llegada de los servicios de emergencia y posterior traslado del niño a la casa de socorro, se realizó rápidamente, constatando que la expedita intervención de su padre le había salvado la vida, pues según dictaminó el médico, una persona que ha exhalado su último aliento es cuando realiza sus necesidades como acto último e involuntario.
Para
esa familia y en especial para los dos hermanos desde ese día celebran dos
cumpleaños del menor de ellos, el 31 de Mayo y el día de todos los Santos.
Según
cuentan las brujas, brujos y gente que entienden o parecen entender, este día
las líneas de la vida y la muerte están tan juntas que se entremezclan unas con
otras, no se la veracidad de esta circunstancia, que cada uno crea lo que
quiera.
Tras contarme esta historia, me indico donde se encontraba el cementerio del pueblo, se levanto del pilón, sonriéndome me dijo que tenía que dejarme, pues hoy era su cumpleaños, día de todos los Santos, y lo celebraba con su familia.
Le
vi alejarse, meditando para mi, sonreí en mi interior, pues yo también cumplo
años los mismos días que él, ¿casualidad?
No es un día cualquiera.
Es
un día para el recuerdo.
Quizás
recordemos poco.
Quizás
no queramos recordar.
Pero,
pienso y creo que es bueno recordar.
3 comentarios:
Llegué buscando una explicación a un texto de alguien, y ese "alguien" lo veo que se encuentra agregado en tu blog, ¿casualidad?, no lo sé, lo único claro que tengo es que al buscar en google me trajo hasta aquí y no encontré esa respuesta, pero el título del texto me llamó la atención, de la gente mayor se aprende si deseamos escucharles, llevan su ritmo, su tiempo, sus silencios y su riqueza, es maravillosa su esencia.
Me gustan tus fotografías, no es extraño que te sientas atraído por los cementerios y su entorno, irradian paz, el silencio nos envuelve y logra conectarnos con nuestra propia esencia.
Un saludo Caballero
Vine a agradecerte tu visita, tenía la respuesta y posteriormente llegó la confirmación, de hecho al llegar aquí sabía la respuesta, me llamó la atención como ya te lo dije tu texto "El día de todos los santos", es una celebración que se confunde con la mía y quise saber en qué consistía, aquí se celebra el Día de muertos, el 02 de noviembre y siempre hay una especie de confusión, te anexo un enlace por si deseas algún día pasar a leerlo, por aquí me quedo.
Un beso FER, te cuidas
http://ameny-eleden.blogspot.mx/2013/10/el-privilegio-del-recuerdo-sobre-el.html
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